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Como
ya sabemos la Gran Depresión se inició en
Estados Unidos en 1929. Se difundió al resto del mundo mediante la disminución
del comercio y los flujos internacionales de capital y la inversión de las
corrientes migratorias. España no fue una excepción y también fue golpeada por
esta aunque con menor intensidad. Solo algunos sectores se vieron afectados de
la coyuntura exterior y en menor medida que otros países exportadores de
materias primas y productos agrarios. Entre los productos más perjudicados
destacan los agrícolas de exportación (vinos, cítricos, aceite de oliva,
frutas) y los minerales y sus derivados como las piritas y el mineral de
hierro. En su conjunto las ventas españolas en el exterior se redujeron
sensiblemente entre 1929 y 1935. Sobre todo en 1933 cuando cayeron las
exportaciones de naranjas en parte por las consecuencias de los acuerdos
preferenciales de la Commonwealth aprobados en Ottawa y en parte, y sobre todo, por las heladas que
afectaron a la citricultura valenciana a pesar de lo cual se siguió enviando la
fruta al exterior con el consiguiente hundimiento de los precios.
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Al
coincidir el cambio de régimen con la etapa más aguda de la crisis
internacional de 1929 hay diversas teorías sobre la recesión económica que
sufrió España. Por un lado está la interpretación tradicional, inspirada en los
escritos de los escritores contemporáneos, los cuales, negaron el contagio de
la crisis internacional y responsabilizaron
la depresión a los errores de los partidos republicanos. Podemos citar a
Olegario Fernández Baños (1934) como defensor de esta teoría. Para él la crisis
española se desarrollo al margen e independientemente de la mundial, debido a
su aislamiento, creado por los altos aranceles y el aumento del tipo de cambio
de la peseta. Por otro lado, están los que afirman, sin negar la importancia de los
factores internos, que el contagio internacional tuvo más relevancia en la
gestación de la recesión económica en España, como sucedió en el resto de
Europa. Ellos dicen que la economía de la SegundaRepública siguió las pautas internacionales, con las particularidades
propias de los países atrasados y los problemas peculiares de una democracia
recién establecida.
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En
definitiva, la recesión económica que sufrió España fue menos profunda pero
similar a la sufrida por las democracias europeas. Desde el punto de vista
coyuntural, no puede hablarse de Gran Depresión en la década de 1930. Los
problemas más graves de la economía española eran estructurales y seguían
vigentes en 1936. Los gobiernos republicanos recurrieron a los instrumentos de
política económica convencionales de su tiempo, aunque aplicaron con retraso y
escasa convicción las políticas de empobrecer al vecino, lo que agravo las
repercusiones de la crisis internacional. En España, como en el resto de
Europa, no se aplicaron políticas Keynesianas. La
política económica republicana no causó la depresión económica ni esta
desencadenó la Guerra Civil.
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